Esta hermosa película, hecha con amor y de forma artesanal, nos mete en la intimidad del genio de la pintura Vincent Van Gogh, ahora en Netflix. Todo es orgánico, praderas, brochas y cuerdas de un piano que relajan la tensión en el momento justo, dándonos en el medio, un segundo para respirar. Sin dudas se suma a la lista de pelis para ver en esta cuarentena (habíamos hablado ya de Winter on Fire entre otras).
Julian Schnabel, director, se abre del las propuestas comunes para meternos en el pulmón desesperado de Vincent, interpretado de manera sublime por William Defoe.
Benoit Delhomme fue el responsable de la captura, el cinematógrafo. Van Gogh es el lenguaje formal. Es la belleza de las composiciones, la intensidad de los colores y en la hermosa inestabilidad de la cámara. Inquieta, nerviosa, herida. Como Vincent.
En una entrevista a Variety, Delhomme nos cuenta cómo encaró el proceso de diseño, llevando el concepto a la forma.
Es una película de ritmo tranquilo en el cual todo el tiempo se busca alcanzar algo de Dios. Como lo hizo Vincent entregándose a los campos. Para mostrarnos sus colores y quizás, encontrarlos él también.
Hermosa y complicada compañía la de Van Gogh en Netflix.
